Caída del régimen de Assad genera júbilo en Siria, pero deja incertidumbre sobre el futuro

En una sorprendente vuelta de los acontecimientos, el régimen de Bashar al-Assad en Siria colapsó repentinamente después de décadas de control autoritario. A lo largo de más de 50 años, la familia Assad gobernó Siria con mano de hierro, ejerciendo poder a través de la represión masiva, torturas y ejecuciones, mientras el país sufría una guerra civil que comenzó en 2011, exacerbada por la Primavera Árabe. Esta guerra devastó el país y convirtió a Siria en un terreno fértil para el grupo extremista ISIS, además de generar una crisis humanitaria con millones de refugiados desplazados.

A pesar de los años de sufrimiento, los sirios mostraron su alegría en las calles tras el colapso del régimen. En las principales plazas de Damasco, la gente celebró, ondeando banderas revolucionarias y recordando los primeros días del levantamiento que dio inicio a la guerra. La caída de Assad ocurrió después de una sorprendente ofensiva de una nueva coalición rebelde armada, que en solo 11 días avanzó por varias ciudades clave, desmoronando el control del régimen.

El 30 de noviembre, los rebeldes, liderados por el grupo Hayat Tahrir al-Sham (HTS), tomaron la ciudad de Aleppo sin encontrar gran resistencia del ejército sirio. La ofensiva continuó con la caída de Hama y avances hacia Homs, acercándose a la capital Damasco. HTS, una facción islamista que anteriormente formaba parte de Al Qaeda, ha logrado una creciente influencia en el país, a pesar de ser solo uno de los muchos grupos rebeldes que operan en Siria, incluidos los respaldados por Turquía y los kurdos.

El colapso del régimen fue también un fuerte golpe para Rusia, cuyo apoyo militar había sido clave para mantener a Assad en el poder durante la última década. Pese a sus esfuerzos, incluido el envío de tropas en 2015, el Kremlin no pudo evitar el colapso del gobierno sirio. En un comunicado, el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso confirmó que Assad y su familia habían abandonado Siria y se encontraban en Moscú, donde se les había otorgado asilo.

En medio de la incertidumbre sobre lo que vendrá después, los sirios celebraron en Damasco y otras ciudades la caída de un régimen que los había sumido en años de sufrimiento y represión. Multitudes se reunieron para orar, corear consignas contra Assad y disparar al aire, mientras otros saqueaban propiedades del régimen. Sin embargo, el futuro de Siria sigue siendo incierto, y la esperanza de un país libre se enfrenta a la difícil realidad de reconstruir un país devastado por años de guerra.